5.23.2005

Sinópsis de: "Monster"

Sinópsis:

Una conmovedora historia, basada en la vida real de Aileen Wuornos, una prostituta ejecutada en otoño del 2002 en Florida tras haber sido condenada por el asesinato de seis hombres. Aunque Wuornos confesó los seis asesinatos, incluido el de un policía, afirmó haber matado sólo en defensa propia, al resistirse a ser víctima de violentos ataques mientras trabajaba como prostituta.

Desesperada y al borde del suicidio, Wuornos entra en un bar de Florida, donde conoce a Selby Wall, una joven enviada a vivir con una tía por sus padres para "curar su homosexualidad". Wuornos, víctima de una trágica infancia llena de abusos, se enamora de ella rápidamente, aferrándose a Selby como si de un salvavidas se tratara. Incapaz de encontrar un trabajo normal, pero desesperada por mantener su relación con Selby, Wuornos sigue trabajando como prostituta. Cuando uno de sus clientes se vuelve violento, Wuornos le dispara en defensa propia; será el primero de una trágica serie de asesinatos.


Una monstruosa transformación

Por Alex

Monstruo. Un monstruo. Quien resulta como desecho de un sistema que no da prioridad a lo social. Quien comete abusos sexuales con menores. Quien lastima, hiere y disfruta con ello. Quien ha dejado de lado toda humanidad. Quien viola a una mujer. Quien se vanagloria en la crueldad. Quien asesina sin quererlo. Un juego que marea, una noria, una rueda de la fortuna.

Monster no es sólo un juego de palabras, ni es el hecho de ver a una mujer tremendamente hermosa convertida en una imagen bastante menos estética en lo corporal y de trato más rudo (y hasta grotesca en actitud); no es tampoco una oda o tributo a una asesina y, definitivamente, no es sólo una transformación que anhela un Oscar para actriz. Monster es una visión (quizá parcial) de los sentimientos de alguien capaz de matar, y es sin lugar a dudas una historia verídica que merece ser contada.

Si partimos del hecho que hay tantas lecturas posibles, es lógico que haya lugar para regiones cuestionables en la historia, pero la actuación y el mérito de caracterizar (que no sólo es la transformación física) justifica todo y cierra toda posible duda de su validez.

En lo personal, confieso que no soy muy partidario de los premios a actrices y actores que se desfiguran y/o que representan a discapacitados, pero confieso también que esta vez Charlize Theron me ha puesto a dudar, y me ha ofrecido un papel brutal, en todos los contextos, un rol de premios, de todos los honores. Su personaje es convincente, monstruosamente convincente, y la representación sentará precedentes como uno de los roles más memorables jamás actuados en la historia del cine; hay momentos en que dejamos de ver a la actriz para ver a la asesina, y es como si no hubiera actuación, como si el personaje fuera real. Mucho más allá de una gran actuación, Charlize es el personaje, lo vive, y no sólo lo representa. Simplemente indescriptible, algo que tiene que verse, algo que no puede detallarse y que hay que ver.

¿El problema? En pocas palabras no es una cinta fácil, los temas tratados se prestan a dobles lecturas (como el determinar hasta qué punto es bueno hablar correctamente de la capacidad de amar de un asesino, o el hecho de que tampoco es moral el negar la capacidad de sentir y enamorarse a alguien que está en un sendero erróneo pero que quizás en otras condiciones hubiese sido una persona común y corriente), y habrá detractores y fanáticos, pues el tema de la pena de muerte es un punto complejo en si mismo, la homosexualidad también, y el hecho de que no se trata de redimir sino de exponer un punto de vista, da pie a los debates.

El intento de narrar una historia verídica siempre se presta a un punto de vista, y aunque la directora Patty Jenkins trata de mostrar un personaje que reconoce que mató, pese a argumentar violaciones como justificante, llega a caer en ciertos rasgos feministas que explican mucho de las causas más en un intento de justificar que de sólo exponer, y que en cierto modo quitan cierta responsabilidad a un hecho tan definitivo como lo es el aseinato. El uso de voz en off nos habla de un ser con sentimientos, del resultado de lo que ha vivido, y de la relevancia de haber siempre sido mancillada, pero en ocasiones aspira a convencernos de que la reacción es ‘natural’ y ‘comprensible’, lo que no será bien recibido por algunos sectores.

Muchas escenasen la cinta son dolorosas, muy dolorosas; los asesinatos son dramáticos, pero transmiten lo que desean mostrar, y aunque hay una violación que justifica el inicio de las muertes (y en la que uno puede llegar a afirmar que el asesinado se lo merecía, en parte por pistas visuales de herramientas y por niveles de ultraje infra-humanos), hay otras muertes que duelen por completo, en especial la del buen samaritano.

El detalle de una más que correcta y nostálgica selección oficial de los ochentas (patines de ruedas incluidos) es un acierto para ambientar un contexto temporal. En lo personal, creo que jamás podré escuchar a Journey y su don’t stop believin’ sin recordar la secuencia de dos seres en caída libre hacia un intento de salir del caos que no promete nada.

Bien dirigida, con algún exceso de feminismo que puede perdonarse, y con una actuación sorprendente (sin demeritar a una inclasificable Christina Ricci, que mantiene su indescriptible línea habitual), es una cinta de esas que duelen al verlas y que, con todo y sus fallas, se gana la recomendación al 100%. Ver a la Theron actuar como lo ha hecho aquí vale cualquier costo de la entrada.